21.8.10

Plegaria de los huérfanos

Periódico La Jornada
Nosotros, Señor, los niños huérfanos y las niñas huérfanas de México te rogamos:
Déjanos gozar la plenitud de nuestra orfandad.
Nuestros padres murieron porque fue tu Voluntad. Nuestros padres nos abandonaron porque fue tu Voluntad. Porque Tú así lo quisiste, nuestras madres fueron violadas por desconocidos a los que nunca volvieron a ver, y ellas nos arrojaron a un basurero o nos dejaron a las puertas de un Templo.
Déjanos, Señor, honrar tu Divina Voluntad.
Es nuestro privilegio.
No nos entregues a la adopción de parejas del mismo sexo. Por mucho amor que piensen darnos.
Por mucho amor que, de verdad, nos den.
Preferimos el desamor del abandono.
Preferimos el desamor de la indiferencia.
Es nuestro privilegio.
Preferimos, a tener dos padres amorosos o dos madres amorosas, vivir como vinimos a este mundo: sin un solo padre, sin una sola madre. Preferimos, a tener el amor toda la vida de dos hombres o dos mujeres de buenas intenciones y buena alma, no tener el amor de nadie desde siempre y para siempre.
Preferimos el desamor de la orfandad.
Déjanos, Señor, la libertad de vivir como huérfanos en un orfanatorio. De vestir como huérfanos, el uniforme del orfanatorio. De comer, como huérfanos, la miserable comida del orfanatorio. De dormir, como huérfanos, en los multitudinarios dormitorios de los orfanatorios. Déjanos, Señor, que cuando lleguemos a los albores de nuestra adolescencia nos echen a la calle, como a todos los huérfanos, del orfanatorio.
Es nuestro privilegio.
Así honramos tu Divina Voluntad.
Déjanos, Señor, quedarnos sin estudios, crecer sin moral y sin religión, sin nadie a quien aprendamos a amar, sin nadie que nos enseñe a amarte.
Déjanos ser niños de la calle, hombres de la calle, mujeres de la calle.
Déjanos disfrazarnos de payasos y malabaristas para malganarnos la vida en las esquinas.
Déjanos ser franeleros toda la vida. Déjanos ser mendigos.
Es nuestro privilegio.
Déjanos dedicarnos a limpiar los parabrisas de los automóviles.
Déjanos ser presa fácil del crimen y de la droga, del alcohol.
Déjanos ser criminales. Déjanos ser ladrones y narcos.
Déjanos caer muertos a los veinte años de una sobredosis.
Déjanos morir de hambre en un callejón, déjanos ser asesinados en la flor de nuestra juventud.
Déjanos vivir parte de nuestra orfandad en las cárceles.
Es nuestro privilegio.
Danos la oportunidad, como se la diste a nuestros padres biológicos, de fundar hogares que podamos destruir para poder tener hijos que, con su orfandad, sean el espejo de la orfandad de sus padres y de sus madres, de su crueldad, de su irresponsabilidad, de su desapego.
Déjanos, Señor, prostituirnos a los doce, a los trece, a los catorce años.
Déjanos, Señor, ser las putitas y los putitos de los proxenetas.
Déjanos, Señor, ser pasto de los pederastas en las escuelas, en tus templos.
Pero no nos des por guía a dos mujeres, o a dos hombres, aunque todos sean, como nosotros, tus hijos, y todos, como nosotros, seres humanos. Por mucho amor que nos prometan. Por mucho amor que nos tengan. Y así nos colmen con alegrías y comprensión. Así nos dignifiquen como pobres criaturas de Dios y por mucho amor que tengan a ti mismo. No merecen nuestro amor recíproco porque no merecen, siquiera, el tuyo.
Preferimos el desamor de la ausencia. Preferimos el desamor del olvido.
Pero si es tu Divina Voluntad, Señor, darnos un hogar y arrancarnos así el privilegio de no haberlo tenido, Señor, haz que las buenas familias cristianas de México que ya tienen hijos, nos adopten; haz que todas las parejas sin hijos de México, nos adopten. A todos, Señor. Cualquiera sea el color de nuestra piel. Así seamos blancos o indios, negros. Así estemos ciegos, o cojos, o mudos. Tú, si te lo propones, Señor, puedes hacerlo.
Diles a esas buenas familias cristianas que así aliviarán sus conciencias: evitándonos ser adoptados por parejas del mismo sexo.
No nos des dos padres o dos madres, Señor. Tú nos diste el frío de la ciudad y el silencio de la noche: los preferimos al calor de sus hogares y a la dulzura de sus palabras.
Y si nada de esto puedes hacer porque no lo quieres hacer, porque tu Divina y misteriosa e inescrutable Divina Voluntad se impone a tu Divina Omnipotencia, Señor, déjanos tranquilos.
Déjanos, así como nacimos parias, ser parias toda la vida para salvaguardar tu Voluntad. Déjanos crecer desprotegidos en el desamor de la intemperie, en la periferia de la sociedad, en el vacío del rechazo y el desdén.
Déjanos Tú, tú, el Señor sin cuya voluntad no se mueve la hoja de un árbol, déjanos, Señor, que como hojas nos arrastre el viento de la soledad y la derelicción.
Es nuestro privilegio: somos los privilegiados de la Tierra porque sabemos que, gracias a tu infinita Misericordia, le has prometido, a aquellos que en esta vida habitan un infierno, que en la otra vida serán ciudadanos del Reino de los Cielos.

Gracias, Señor.

Fernando del Paso

17.8.10

Daisy de vacaciones?

Según informes, Apri Mologon ha demandado a Disney porque una de las botargas en el Epcot Center de Orlando le acarició un pecho en 2008.
Resulta que el Pato Donald accedió a tomarse una fotografía con uno de los hijos de la afectada, claro que para acceder al martirio de aguantar a los hijos de miles de visitantes el famoso personaje de Disney solícito acudió con mano firme a tocar los pechos de la madre pundonorosa.
Este es solo uno de las tantas acusaciones que ha recibido el parque por acoso sexual de las botargas por las mamis de Orlando. En 2004 fue Tiger el encargado de manosear a una damisela crédula de las caricaturas infantiles de la casa Disney.
(Lo sorprendente del asunto es que haya sido precisamente Tigger, el felino más femenino de la TV, solamente después del tigre miedoso de He-Man).

La demanda ha ocurrido dos años después del incidente, pues la madre de los hijos ha dicho que desde entonces sufre insomnio, ansiedad aguda y problemas digestivos. La mujer pide 50 mil dólares.

En su defensa la representación legal de Disney ha dicho que solamente una mujer anormalmente perversa es capaz de acercar a sus hijos a un personaje que no usa pantalones.

12.8.10

Una imagen (en rosa) dice más que mil palabras.



El modo más fácil de decir,
“no podemos controlar el acoso sexual”
“no podemos garantizar la seguridad de los pasajeros del transporte público”
“no podemos cambiar el modo de pensar machista de nuestra sociedad”
“los taxistas asaltan a los pasajeros”
“los taxistas hombres son unos maniacos sexuales”
“las mujeres no se pueden defender solas de los agresores”
“en lugar de educar a los hombres, segregar a las mujeres”
“las mujeres (chóferes) no cometen delitos”
“el rosa es el color de las mujeres” (¡!)
“estos taxis rosas si se controlarán con un padrón efectivo” (¡!!)
“a las operadoras de los taxis rosas no las asaltarán” (¡!!!)
etc…

otra imagen en rosa que dice más que mil palabras


9.8.10

"el libro prohibido del bicentenario"


Este libro es sobre la historia de México.
Esto quiere decir que no es un libro de historia como se nos ha enseñado que la historia es, porque la historia de nuestro país tiene su propio género.
La aproximación que tienen los moneros a la realidad política (aunque confesamos no saber lo que es la realidad ni lo que es la política) siempre ha sido del gusto de alterofilia (sin hache), por lo que publicitar la publicación de este libro se nos hizo imperioso.
Las Pendejadas célebres en la historia de México (Antonio Garci, Diana, 2010) es un recorrido de los momentos célebres de nuestra historia; un listado que va desde los tiempos de la conquista y la pendejada de Eulalia Guzmán de pensar que los restos de una dama eran los de Cuauhtémoc (o incluso la pendejada de José Vasconcelos al afirmar que Cuauhtémoc nunca existió), hasta la época de la salud pública en México, un país de pobres en el que los niños son gordos.
Cargado de datos interesantísimos sobre nuestra historia (por ejemplo, la guerra que libraron las vírgenes de los remedios y la de Guadalupe durante la lucha de independencia, o bien la incorporación y posterior separación de la hermana republica de Yucatán) el libro se vuelve un deleite pre-bicentenario. No tanto por la riqueza de la información histórica, que a final de cuentas es un anecdotario, sino por la forma en que se nos da cuenta de lo pendeja que ha sido nuestra historia (el libro de un monero).
Una última idea, y que da sentido al adjetivo de nuestra historia, como dice Garci, ser pendejo no es un problema único del mexicano, pero sí el principal. Pero el problema no es que seamos pendejos, sino que seguimos a los pendejos y les celebramos sus pendejadas. En ese sentido, acabamos siendo solamente idiotas. Y la conjunción de estos dos elementos resulta en el pensamiento cretino.
El pensamiento cretino se divide en dos: la pendejez, que es una fuerza activa, y la idiotez, que es una fuerza pasiva, y ambos son las dos caras de una misma moneda. Mientras que le pendejo crea, intenta, propone, actúa y de manera entusiasta y sistemática se mete en todo; el idiota espera de manera indolente y pasmada a que todo pase o todo se lo den

Posdata desde el texto, y a unas semanas de las fiestas patrias: el 15 de septiembre se celebra solamente porque era el cumpleaños de Porfirio Díaz (él diseñó el protocolo de la celebración del grito), en realidad del grito de Dolores ocurre el 16.