21.6.13

Esto no es un post sobre futbol

Que los futbolistas brasileños son mejores que los mexicanos, y también juegan mejor al fútbol.  

Como decía un colega a través de Tw, en México el amor por el fútbol es un amor no correspondido. Yo diría que no solamente no es correspondido sino que además es masoquista, como todo amor de todo mexicano.
La selección nacional es la gran encargada de este asunto, esa selección que muchos creen que es un “representativo nacional” (si ellos fueran una representación de la nación 1 de cada tres mexicanos vivirían en Europa y todos viviríamos en la opulencia). El fútbol no es una competencia entre naciones, es un partido organizado por gente adinerada que les genera más recursos a través de nosotros.

No hay cosa más triste y dulce que el amor no correspondido, por eso no hay cosa más triste y dulce que el fútbol en México, y lo peor, que algunos futbolistas.
Como los amores no correspondidos: nos ningunean, nos ignoran y hasta nos hieren a veces, los futbolistas se han encargado de hacernos dudar del último resquicio de inocencia y sonrosada sonrisa en todo hombre (y pocas admirables damiselas), nos han hecho dudar del Fútbol (así, con mayúscula) y del juego mismo.
La competencia proactiva, ese ánimo lúdico de patear una pelota que instintivamente se da en cada infante que apenas se comienza a relacionar con el mundo de pronto se ve manchada gracias a las particularidades de ese deporte en general.

Los futbolistas mexicanos (que no todos) aprendieron sobre esta terrible situación desde antes de aprender a jugar fútbol, nosotros todos se lo hemos enseñado. El ídolo es intocable y la masa alrededor de él es inquebrantable en su miopía. No importa cuántos orines caigan sobre las gradas del estadio cada que juega nuestro equipo favorito, seguiremos ahí estoicos, espartanos sin abrir la boca (para que no entren los miados) y sonriéndole a la parsimoniosa cancha verde.
Los futbolistas saben cómo somos y por eso son como sólo ellos son. Los mexicanos por lo menos.
Y por eso son noticia cuando la selección no da resultados, porque nos descubren como borregos (como decía mi padre): huevones y bravos. Y a nadie le gusta escuchar que le digan cómo es.
Pero claro que eso no los exculpa. Si el fútbol es una relación de interdependencia entre amantes no correspondidos y seres amados, al menos los amados deberían ser educados y no mentarnos la madre porque nos sentimos heridos y lo expresamos con rabia.

Cuando hace unas semanas la afición mexicana silbaba de tristeza el no poder gritar un gol con su equipo consentido en su propia casa espiritual esto fue lo que les regaló el capitán del mismo



También hace 3 años, un futbolista hoy olvidado se reía de la prensa y de su gente por saberse ajeno a la nación que tanto le lloró y que tanto le sonrió


Y hace unos días, un indignado Salcido se quejaba en Tw




Pero repetimos, este no es un post sobre fútbol, sino sobre actitudes concretas de quienes lo profesan.

Seguramente pocos son ajenos a la información que nos llega desde Brasil, en donde la Copa Confederaciones ha logrado dar la nota no solamente sobre los partidos sino además sobre la reacción que tienen los brasileños ante esto.

Contexto: Brasil es un país de moda en el contexto global, ha logrado que su economía despegue y parezca ejemplo para muchos, sin embargo sus logros macroeconómicos no corresponden con la microeconomía del brasileño promedio, y cuando digo promedio hablo de la mayoría, léase (según WB) 21% de pobres extremos más el 55% de clase trabajadora. Brasil es el país 22 del ranking de 160 con mayor desigualdad social.
Así pues, cuando el gobierno del país se avienta el paquete de organizar una copa mundial y de organizar unos juegos olímpicos con tan sólo 2 años de diferencia, lo natural es que el sentido común en la voz de la gente explote y salgan tantos a la calle a protestar por un incremento en el transporte público (mero pretexto) y en el costo general de los servicios.




Ya me imagino la reacción de los futbolistas mexicanos...
Pero mucho más agradable hablar de los futbolistas brasileños, al final de cuentas y como lo quiera usted leer, mejores y de más altura.

“La gente de Brasil necesita mejoras” – Hulk

“Me parece bien que la gente proteste por sus derechos” – David Luiz

Y el tan opacado Neymar: “Siempre tuve fe en que no sería necesario que llegáramos al punto de tirarnos a la calle para exigir mejores condiciones de transporte, sanidad, educación y seguridad, sobre todo porque es una obligación del Gobierno”. “Hoy, gracias al éxito que ustedes [en referencia a los aficionados] me proporcionan, podría parecer demagógico por mi parte —pero no lo es— levantar la bandera de las manifestaciones que recorren todo Brasil; pero soy brasileño y amo a mi país”     

También los exfutbolistas hablaron:
“Es una vergüenza que el mundial se vaya a celebrar en Brasil con las desigualdades existentes, con gente pasando hambre” – Rivaldo

Por supuesto hubo quien tomo el asiento más cómodo, Pelé  salió a invitar a la afición a no protestar y mejor echarle porras a su selección (retórica digna de quien vive de la institución del amor, muy a la mexicana, por el fútbol). Aquí el video

Y en breve, al respecto respondió Romario (ex futbolista), actual diputado y símbolo en Río del carácter social en la política brasileña, con una guante blanco a callar al Rey: “Pelé en silencio es un poeta”  
Con razón a nadie en el mundo le cae mal un brasileño (salvo quizá algunos nacionalistas uruguayos y bolivianos).

Yo al menos, no podría estar enojado cuando Brasil le gana a México en fútbol, porque gana el mejor. 
Sorry :(



Nota 1

Repetimos esto no es post sobre fútbol  es un post sobre algo que pasa hoy en día y sobre cómo los ídolos que creamos responden a las situaciones que creamos (por permisión u omisión). Y lo peor, sobre el cómo aguantamos (al menos en México) tales respuestas.    

Nota2
Una gran nota al respecto del caso brasileño la hacen José Sámano y Luis Martín, El fútbol también protesta