17.8.15

Sub specie aeternitatis

           
Malditos ustedes, de día y de noche, cuando se acuestan y cuando se levantan, cuando salen y cuando regresan; a mí no me amedrentan, la razón tarde o temprano sale a relucir, y aunque se haya ya tardado 1650 años desde que ese tal Jesucristo, que ustedes veneran tanto que hasta ignoran lo básico sobre él.
Ustedes puercos conversos, judíos melindrosos, dirigentes de una comunidad que se la pasa huyendo desde que decidieron seguir a Abraham y sus planes difusos que no llevaron a ningún lado, que no les han dado resultado y por lo que todo mundo en todo momento los ve con recelo.
Se quejan de antisemitismo pero son ustedes los que se destruyen a sí mismos, mira que condenar mis ideas, mi noción del mundo, el modo en que yo les ayudaría a concentrarse en lo que es, que es Dios, y no en las banalidades de la época y de su perpetua sensación de ser perseguidos.
No soy ningún hereje porque simple y llanamente ese Dios al que ustedes acuden no existe.

Yo soy Baruj Spinoza.
¿Cómo se atreven a excomulgarme?
Si ustedes mismos no saben lo que es la verdadera comunión, el verdadero encuentro de Dios en las cosas y con las cosas, que no son otras más que él mismo.

¿Qué saben ustedes de comuniones si nunca han entendido el auténtico monismo mecanicista que pone en marcha el orden del mundo?
¿Qué saben ustedes de Dios si no conocen la sustancia divina infinita?

Deus Sive Natura


Yo soy el que encontró a su Dios en todas las cosas, y en todos nosotros.
Yo soy su Dios!


Soy Spinoza, el sabio holandés, quien ha descubierto el papel de las pasiones y de los impulsos sensibles en la determinación del alma; el único capaz de refutar al franchute de Descartes, el guía de su venerado Leibniz y el mejor tallador de lentes de toda Holanda!
Yo soy Spinoza, no pueden excomulgarme aquellos a quienes todo mundo ha desterrado.


Paviljoensgracht, barrio de Rijnsburg, 1656

Hay que ser muy judío para vivir en un lugar en el que no te quieren.