Alterofilia nace con las crisis políticas, alimentarias, sanitarias, económicas, de seguridad, de confianza, existenciales, metafísicas, nerviosas, epistémicas, religiosas y sociales.
¿pero es respuesta a esas crisis? NO
Alterofilia es producto de las crisis, a alterofilia le importan un pito las respuestas.
Somos producto del desencanto, del alcohol, del trabajo, del cigarro, de lecturas, de ustedes, del concreto y los edificios, de nuestra clase política, de nuestra propia ridiculez, de lo vivo de la tontería, de la risa por pasión y la sonrisa por compasión, del insulto amable y el amable desprecio. No creemos en la vergüenza, aunque tampoco somos sinvergüenzas. Somos digamos, livianos de carácter.
Halterofilia (con hache) es el arte de cargar con gusto balancines de plomo, literalmente cargar pesas. Cualquiera con un par de dedos de frente adivinará en la palabra, literalmente, el amor por cargar pesas. Las pesas son morales y cualquiera con un alcance mediano de miras, se dará cuenta de que culturalmente se nos llama a la halterofilia como demostración de nuestra fuerte humanidad, la halterofilia como la virtud de arrastrar toda nuestra historia y la de otros.
Alterofilia (sin hache) se caga en las pesas. Nosotros no queremos cargas, renegamos de cargas de todo tipo, alterofilia es literalmente amistad por lo ajeno, por lo otro del decir, lo diferente.
No ejercitamos para cargar sino para reír de los cargamentos de valores, ideas y posturas.
Nos revienta las pelotas la dulzura de la vida, pero tampoco somos amargos, solamente un poco ácidos. Nos gusta la vida porque se acaba, nos gusta que se acabe porque la hace única.
Alterofilia es celebración de lo único, y si diferente pues mejor.
¿pero es respuesta a esas crisis? NO
Alterofilia es producto de las crisis, a alterofilia le importan un pito las respuestas.
Somos producto del desencanto, del alcohol, del trabajo, del cigarro, de lecturas, de ustedes, del concreto y los edificios, de nuestra clase política, de nuestra propia ridiculez, de lo vivo de la tontería, de la risa por pasión y la sonrisa por compasión, del insulto amable y el amable desprecio. No creemos en la vergüenza, aunque tampoco somos sinvergüenzas. Somos digamos, livianos de carácter.
Halterofilia (con hache) es el arte de cargar con gusto balancines de plomo, literalmente cargar pesas. Cualquiera con un par de dedos de frente adivinará en la palabra, literalmente, el amor por cargar pesas. Las pesas son morales y cualquiera con un alcance mediano de miras, se dará cuenta de que culturalmente se nos llama a la halterofilia como demostración de nuestra fuerte humanidad, la halterofilia como la virtud de arrastrar toda nuestra historia y la de otros.
Alterofilia (sin hache) se caga en las pesas. Nosotros no queremos cargas, renegamos de cargas de todo tipo, alterofilia es literalmente amistad por lo ajeno, por lo otro del decir, lo diferente.
No ejercitamos para cargar sino para reír de los cargamentos de valores, ideas y posturas.
Nos revienta las pelotas la dulzura de la vida, pero tampoco somos amargos, solamente un poco ácidos. Nos gusta la vida porque se acaba, nos gusta que se acabe porque la hace única.
Alterofilia es celebración de lo único, y si diferente pues mejor.
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