Malditos ustedes, de día y de noche,
cuando se acuestan y cuando se levantan, cuando salen y cuando regresan; a mí
no me amedrentan, la razón tarde o temprano sale a relucir, y aunque se haya ya
tardado 1650 años desde que ese tal Jesucristo, que ustedes veneran tanto que
hasta ignoran lo básico sobre él.
Ustedes puercos conversos, judíos
melindrosos, dirigentes de una comunidad que se la pasa huyendo desde que
decidieron seguir a Abraham y sus planes difusos que no llevaron a ningún lado,
que no les han dado resultado y por lo que todo mundo en todo momento los ve
con recelo.
Se quejan de antisemitismo pero son
ustedes los que se destruyen a sí mismos, mira que condenar mis ideas, mi
noción del mundo, el modo en que yo les ayudaría a concentrarse en lo que es,
que es Dios, y no en las banalidades de la época y de su perpetua sensación de
ser perseguidos.
No soy ningún hereje porque simple y
llanamente ese Dios al que ustedes acuden no existe.
Yo soy Baruj Spinoza.
¿Cómo se atreven a excomulgarme?
Si ustedes mismos no saben lo que es la
verdadera comunión, el verdadero encuentro de Dios en las cosas y con las
cosas, que no son otras más que él mismo.
¿Qué saben ustedes de comuniones si nunca
han entendido el auténtico monismo mecanicista que pone en marcha el orden del
mundo?
¿Qué saben ustedes de Dios si no conocen
la sustancia divina infinit a?
Deus Sive Natura
Yo soy el que encontró a su Dios en todas
las cosas, y en todos nosotros.
Yo soy su Dios!
Soy Spinoza, el sabio holandés, quien ha
descubierto el papel de las pasiones y de los impulsos sensibles en la
determinación del alma; el único capaz de refutar al franchute de Descartes, el
guía de su venerado Leibniz y el mejor tallador de lentes de toda Holanda!
Yo soy Spinoza, no pueden excomulgarme
aquellos a quienes todo mundo ha desterrado.
Paviljoensgracht, barrio de Rijnsburg, 1656
Hay que ser muy judío para vivir en un
lugar en el que no te quieren.
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