Ahora
casi todos los culpables estamos convencidos de que la gente son sencillamente
extras, actores sin frase pagados por el Estado para rellenar, para conseguir
que las calles de mi ciudad parezcan habitables, para hacernos más llevadera la
vida a los que, por alguna razón, nos hemos equivocado alguna vez. De ahí su
mirada despreocupada, su risa fácil. Hay que tener cuidado, porque poco a poco
van confiándose, pisando más fuerte, hablando más alto, parándose delante de
los escaparates; lentamente van perdiendo el miedo y de pronto un día te miran
y te hablan, y se atreven a responderte, a opinar, a dictar sentencia.
- Alex de la Iglesia
Payasos en la Lavadora, 107
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