7.8.13

Post Tenebras Lux


Pues sí, en alterofilia (sin hache) logramos al fin, después de casi 1 año ver Post Tenebras Lux, la más reciente película del tan amado como odiado Carlos Reygadas.
Siempre hablar de las películas de este hombre es entrar en terrenos riesgosos, porque Cannes se ha encargado de validar la opinión de sus fans mientras que el público culto se ha dado a la tarea de reprocharle su sinsentido y tacharlo de pretencioso. De calidad o no, lo importante es que su obra da de qué hablar y nos hace preguntarnos qué es eso que buscamos en una película o lo que pensamos que hallaremos en el cine de arte.

Hablar de una película buena o mala cuando hablamos de Post Tenebras Lux es simplemente echar ya por la borda el sentido del hablar mismo. Aquí habría que comenzar por entender al filme como un elemento secuencial de una trayectoria (breve, pero unitaria), la del director que desde un principio anuncia la película no como una historia sino como un entramado de vivencias.
Si bien hay un continuo coqueteo con la idea de los opuestos, hombre-mujer, niño-adulto, luz-sombra, lo que el filme se encarga en apuntar es que no existe una oposición real entre lo rural y lo urbano. A nivel metafísico no hay tal diferenciación, y eso lo sabe el diablo más por viejo que por diablo.  
No se trata de hacer una crítica sobre las dinámicas sociales en lo rural, o de mostrar de forma burlona las divagaciones sobre los escritores rusos que hace la acomodada clase alta mexicana, es simplemente un decir que el edén no existe tras la urbe, lo rural es también infierno porque igual lo habita el hombre. Ni el bien ni el mal son dimensionables, espacio y tiempo son solamente derivaciones que no pueden ser legibles en el libro de Job (del cual nace el título del filme). La explicación (si la hubiere) no es humana, no es lógica. Lo único que tiene un lugar y un tiempo es la fe.





El diablo sale a trabajar temprano, pero no siempre va a la fábrica. La escena del diablo yéndose a laborar es la que abre y cierra el filme. Sale de casa (la familia) y a veces se dirige también al campo. Con el diablo abre y cierra la historia, la escena del rugby es epilogal si me preguntan. Es Juan y la vida, madrazos y fe ciega en la mera indeterminación y el azar. Ojo, esto no quiere decir que el discurso pro positivo de los muchachos explique el contenido de la historia, sugiere solamente la fe ciega en un indeterminismo en el que la Naturaleza como fuerza bruta es la única encargada de crear o desvanecer el caos, como en la propia decapitación del 7 que acaba por hacerse insignificante a la luz de la poderosa tormenta que ocurre inmediatamente después.

El lente con la deformación (lamento mi ignorancia en el tecnicismo que nombre a este lente)  señala precisamente ese punto, sólo en la medida en que el foco se centre en lo humano se puede apreciar la ventura o desventura del devenir natural de las cosas. Hace falta la fragmentación de la realidad para podernos aproximar a ella desde nuestros juicios de valor, para verla buena o mala, racional o salvaje, triste o alegre. Por ello lo natural aparece distorsionado, porque el lente no es capaz de captar (representar) la complejidad del todo como un gran UNO desde el cual toda aseveración sea superflua.
La toma que mejor ilustra este punto es la cara de la esposa del 7, que presenta a la película en uno de sus carteles.



La vida no se detiene a pensar, no pienses la vida como si fuera muerte, como si fuera un algo. La vida es el diablo mismo, y de eso sólo los niños se dan cuenta.
No en balde los niños hablan con tanta naturalidad de la muerte, no en balde es un infante el que abre la película maravillado ante la grandeza del campo, la velocidad de los caballos y la altura del cielo. No en balde se cierra la narración con un partido entre niños de rugby que juegan a ser hombres.  

Otro detalle importante, la música es angular en la narrativa de Reyagadas, y el que la pieza musical central de este filme sea “Its a dream” de Neil Young habla mucho de la tónica del lenguaje. De hacia dónde apuntan esas miras del director y desde dónde se da tal señalar con el dedo. La letra misma de la canción es la que nos involucra de manera definitiva con Natalia, la esposa y testigo de primera mano del desmoronamiento emocional de Juan y de la familia misma. No es una canción para confortar al débil, es un auténtico himno al sinsentido y la tristeza.
Its a dream no es un “ya pasó” sino en realidad un “nada nunca pasa”  



Y pues sí, dirán que en alterofilia (sin hache) somos bien pinches snobs, pero ocurre que sí hemos disfrutado Post Tenebras Lux tanto como antes Luz Silenciosa y antes de ella Batalla en el Cielo y Japón.

No es una película para ver, sino para digerir; después de la oscuridad viene la luz.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario