12.2.19

Amorum Emblemata


Febrero es el mes de las inscripciones pero también, dicen por ahí, es el mes del amor y la amistad (aunque aún no entiendo la diferencia específica entre uno y otra).

No nos vamos a poner a criticar el amor rosa de Sn Valentin porque eso ya lo hicimos en la adolescencia y en los años de haterismo radical, eso de odiar solamente por convivir; esos años en los que está de moda poner resistencia emocional a toda corriente más o menos aceptable en sociedad, y poner resistencia intelectual a toda postura que pueda ser más o menos razonable para todos los demás humanos.
No nos vamos a pelear con la idea del amor romántico de la misma manera en que no te pones a darle patadas a un animal agonizando.  No somos ociosos ni sádicos. Déjenlo en paz, ya está muerto.

El amor en estos tiempos podemos tratarlo como se habla de alguien a quien hemos dejado de ver hace ya tiempo, a quien quisimos pero luego nos dimos cuenta de que nunca fue lo que pensamos. Es como hablar de un amigo imaginario. No hablamos de él irrespetuosamente porque no se habla irrespetuosamente de los fantasmas; pero sí podemos hablar del tema desde otros humanos; el amor no va a dejar de ser importante para nosotros solamente porque no se haya probado su existencia, el amor es como el diablo, como el imperativo categórico o como el quinto partido para la selección mexicana en un mundial de futbol: no existe de una manera tangible y no se concretará nunca, pero la figura de su presencia sigue rigiendo nuestro comportamiento.

Otto van Veen fue un emblemista holandés de comienzos del siglo XVII, y me refiero a emblemista no en el sentido falso con que identificamos ese sustantivo, sino como el significado original de la palabra: como una imagen que se explica desde el proverbio o epigrama que acompaña al dibujo o grabado. Para ese entonces la lengua universal era el latín, y los grabados o dibujos aludían siempre al universo simbólico grecolatino. En el siglo XVII holandés se aparece ya el comienzo de la madurez humanista en Europa occidental.

Van Veen hace 3 libros a base de emblemas: Quinti Horatii Flacci emblemata (1607), Amorum Emblemata (1608) y Amoris divini emblemata (1615).
El libro que nos hemos encontrado en esta hermosa red es el segundo, Amorum Emblemata. Ahí se nos presentan 124 grabados de putti que representan distintas salpicadas de sabiduría ancestral a propósito del amor; reflexiones, proverbios e ideas sobre el amor de pensadores como Plutarco, Séneca o Virgilio.

El amor es uno de los 4 temas principales de los emblemas como género artístico; los otros 3 son: la educación moral, la política y la religión. El putto es una figura infantil, desnuda y habitualmente alada; representa a las pasiones profanas al mismo tiempo que la omnipresencia divina en el mundo terrenal. No es el que lo lea sino el que representa la pasión tanto como lo divino.

Amorum Emblemata es un compilado de putti (niño: putto / niños: putti) representando a, "oh sorpresa", el amor. Los putti son lo que la TV dice que es un cupido.

Estos putti que representan al amor lo hacen desde la perspectiva del siglo XVII, es decir, con los valores morales asociados a ese sentimiento que se asocia en todo discurso de la época con el acercamiento a Dios y las obligaciones que tenemos respecto a Él.
Esto es, un amor que es eterno (como Dios mismo) y que se cierra sobre sí mismo, que es autofundado: infundado e infinito.

El primero de los Amorum Emblemata reza,

AMOR ETERNUS

Nulla dies, tempúʃue poteśt diʃʃoluere amorem, 
Néue eʃt, perpetuus fit niʃi, verus Amor,
Annulus hoc anguiʃå tibi curuatus in orbem, 
Temporis ǣterni ʃigna vetusta, notant.

Que en español podríamos (disculpen mi oxidado latín) traducir más o menos así...

AMOR ETERNO

Anillo serpenteado que se muestra y se abre
La eternidad constante: el amor verdadero.
En élla vive siempre, y no feroz.
El tiempo destructivo nada le ofende.







Esta visión protorromántica del amor, de las pasiones y de su papel en el universo moral del humano cristiano, podemos encontrarla ya en estos emblemas. La noción del amor como hilo conector con el dios verdadero (ahora sí verdadero) es tan vieja y trabajada que nos produce no solamente asombro sino también una suerte de miedo mezclado con angustia, porque no se está haciendo una distinción entre las pasiones del alma y el supuesto canal de comunicación divina; además de sugerir que no hay ningún problema con eso.

El emblemata es un tratado pedagógico sobre el amor, es el cómic del amor según Eloísa y Abelardo, según Tristán e Isolda.Está en un tono discursivo cercano al medievalismo pero impregnado de contenido clásico en la figura regordeta del putto o cupido. Se trata de un niño malcriado, caprichoso y al parecer, con déficit de atención. No es una figura divina que se conduce con propiedad o templanza entre los humanos; no es un referente de prudencia y consejo para una existencia angustiada por la carestía, la cuarta transformación o porque él/ella no te conteste a tiempo los mensajes que con tanta ilusión le escribes.

El amor es impaciente, auto destructivo y mentiroso.





 

So, si no tienen plan parea 14 de febrero, el Amorum Emblemata es un excelente pretexto para acercarse al amor sin embarrarte de la melaza que desprenden los demás humanos. Un entretenido manual para entender al amor romántico desde los valores medievales y prerománticos, que tras revisarlo hemos encontrado que no está tan lejos de lo que muchos piensan es la normativa amorosa vigente. Qué miedo.


Acá les dejamos la liga para que no gasten pesos en cultura.